El próximo domingo, el Perú volverá a paralizase para ver, escuchar y apreciar el mal llamado “Debate” de los candidatos a la presidencia del Perú, no debe ser solo una exposición de ideas demagógicas, refritas, hilarantes y hasta diría irreales, sino por el contrario debe referirse a ideas pragmáticas. Los candidatos no deben tener problemas para comunicar su mensaje con solvencia; como no lo tuvieron en el debate anterior, el debate no debe servir para poner en aprietos al rival, sino por el contrario debe servir para definir sus programas en forma clara y contundente, esto implica razonablemente en el cómo hacerlo, sin adoptar estrategias conservadoras, de bajo riesgo, a fin de no dificultar diferenciarse claramente del oponente.
Lo más importante es que el formato del debate ayude a los candidatos y al electorado, este último que busca formarse una opinión más clara para quien van a emitir su voto, y no una antiayuda como el debate anterior. Para el lingüista y semiólogo Eduardo Zapata, en vez de fomentar la discusión, el formato permitió “tener no un debate sino cinco muñecos de ventrílocuo, o sea cinco muñecos de los asesores de imagen sobre el escenario”.
Actualmente se han saturado de información los medios, pero se ha descuidado el mensaje de fondo. No se han dado cuenta los jefes de campaña que se ha ido construyendo una paradoja, pues mientras más información disponible se tiene, aumenta la incertidumbre respecto a qué fuente otorgarle la credibilidad. Esta disyuntiva se nos plantea a los ciudadanos comunes y corrientes en todos los ámbitos de la vida, pero es el espacio público, especialmente el político el que lo resiente más. Por ello es esencial la capacidad de persuadir eficazmente con los mensajes y de este modo, conquistar la anuencia o apoyo del electorado hacia una determinada postura. ¿Por qué olvidar esto qué es lo elemental en la comunicación?
La desesperación para captar electores a la hora nona repartiendo baratijas o haciendo promesas que no cumplirán indican qué poca cultura política se tiene y también qué poco respeto por el electorado. Si bien el Presidente declara que casi se ha erradicado el analfabetismo, lo que sí no ha hecho es generar una cultura política que se nutre del conocimiento, de la ideología, de una propuesta reflejada en los temas centrales y universales, La verborrea presidencial capta mayor expectativa que el mensaje de los candidatos que ofrecen lo que saben que se requiere de mucha ciencia, experiencia y capacidad de concertación.
La población debe aprender que las ofertas electorales son sagradas. De manera tal que, tras cada nueva elección, y cada vez con más legitimidad, el pueblo debe ser menos flexible y menos tolerante con la demagogia y el engaño. Esto debe implicar “LA REVOCATORIA”, sin contemplaciones de ninguna clase, terminando como una sanción para el que no cumpla la palabra empeñada; tanto al irresponsable que por desconocimiento prometió lo imposible. Como también al que optó por el engaño burdo para obtener un sitial de privilegio. Y al que urdió el engaño para concretar una traición
¿Qué candidato ha hecho docencia política en medio de este certamen electoral? Se ha dejado de lado las artes de la elocuencia que requieren de retórica, oratoria y liderazgo democrático. Y a ojos vista ninguno de los candidatos hace gala de estos conocimientos, de esta preparación. Por eso es bien cierto que las buenas ideas no sólo deben serlo sino también deben ser adecuadamente presentadas para una mejor comprensión de ellas. Hagamos memoria los que ya surcamos más de una elección, sobre ¿qué líder puede apropiarse de este exigencia mínima? Pocos, muy pocos. Por eso tenemos la democracia debilitada que oscila entre el populismo y el autoritarismo y creemos que eso constituye una cultura política, una democracia participativa.
El desenlace de este panorama es incierto. En la calle, en los transportes, en los mercados hablan y se inclina por tal o cual que no permite vislumbrar un ganador. Podríamos decir que tendremos el que merecemos. Habrá que analizar por qué. También cómo no hemos aprendido de las lecciones de la historia. Cómo el voto ha sido más emotivo que racional. Cómo los grandes principios fueron dejados por las descomunales ambiciones. Las transformaciones profundas han sido olvidadas y se confunden con reformas que no son una revolución, sino espejismos, para una sociedad con poca cultura política, sin líderes genuinos pero sí con muchos oportunistas.
La crisis política nos ha llevado a esta cuasi debacle democrática, de los viejos partidos ya nada puede esperarse, puesto que la mentira, la demagogia y el engaño son los recursos al que más apelaron, pero elegimos a quienes merecemos. Que la elección final–la segunda vuelta- sea por un programa auténtico para el Perú: EL DESARROLLO CON INCLUSION Y RECUPERACIONDEL EQUILIBRIO ESTRATEGICO, geopolíticamente hablando con pluralidad internacional, sin polarización, ello quiere decir ejes verticales y transversales; y algo fundamental: SEGURIDADINTERNA. Todo ello, EN LIBERTAD, entendiendo el concepto LIBERTAD como EL ACCESO AL BIENESTAR para todos los peruanos; y ello es imposible con recetas del pasado.
Este concepto de ninguna manera es ideológico, este concepto es práctico: DESARROLLO TERRITORIAL PRODUCTIVOSUSTENTABLE, CON INCLUSION; es la única salida para un PERU PROSPERO, FUERTE y SOLIDARIO, bajo este concepto, debemos pues, escuchar las propuestas sectoriales claras de cada uno de los candidatos, quienes están obligados a exponerlas, sin tapujos ni medias tintas y en razón a estas propuestas, elegir la que en nuestra opinión, resulte la mejor alternativa.
No centremos la elección sobre un debate que no fue, sino en lo que puede aportar al fortalecimiento de nuestra democracia, a la mejora de la calidad de vida del pueblo, a una estrategia para alcanzar la equidad no sólo de palabra sino auténtica, a una táctica basada en la solidez del análisis y por el liderazgo que se requiere ya una estrategia vertebradora de acciones que se desarrollarán para lograr el fin propuesto. Los tiempos de ensayos deben pasar y dar paso al fortalecimiento de la democracia auténtica y no a parodias cada quinquenio
Guido Farfán Valdivia
Crl. (r) EP
DNI: 00827494
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